EL PRÓJIMO

                       AMIGO, PASE Y PREGUNTE
 

 
D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.
 
Paco: D. José, para mí y para muchos, Vd. es la persona más culta del pueblo, y por eso vengo a consultarle lo que no entendí claro en la Misa. Tenga cuidado, porque ha puesto una alcancía en la iglesia, pidiendo ayuda para reformas, y el letrero decía: “Para el culto”; y en el bar, Pepe el cojo, aseguraba que el dinero era para Vd., porque era el único culto que había en el pueblo.
 
D. José: Que el Señor nos dé paciencia, porque ¡hay que lidiar con cada uno! Vamos a ver que te ha traído a mi casa, porque tú eres exagerado en todo.
 
Paco: Toda la noche dándole vueltas a la misma idea, por eso pensé venir a verle y acabar con el problema que me tiene mareado.¿Quiere explicarme bien lo de el prójimo, que dijo en la Misa del domingo? Porque Vd. lo pinta todo muy bonito, pero, a la hora de llevarlo a la práctica, lo veo difícil. Hablar es fácil, pero dar trigo…
 
D. José: Pues es muy fácil, amigo Paco. El prójimo es el próximo, la persona que está contigo, la que Dios puso a tu lado para que la ames, le ayudes en su necesidad.
 
Paco: Ah, ya lo veo venir, otra vez con el cuento de mi mujer, pero ¡si le doy todo lo que me pide y más! ¿Qué tiene encima que no lo haya sudado yo en la herrería? Le falta algo? ¡si vive como una reina y yo sudando como un esclavo al calor de la fragua! ¡Ya nos besamos bastante cuando éramos jóvenes!
 
D. José: Yo no quiero hacer juicios, pero, puede ser que le falta lo más importante: el amor, y eso es lo que pide Jesús: que ames a tu mujer, que desees para ella lo mismo que te amas tú y deseas para ti, porque ella es tu primer prójimo, la más cerca. No se
trata de darle besos, se trata de darle amor y felicidad.
 
Paco: Entonces, ¿sólo se trata de mi mujer?; ¿y los maridos nada? Burros para trabajar. Eso hay que hablarlo claro en la iglesia para que ellas lo entiendan bien, las dos partes iguales, con los mismos derechos.
 
D. José: Pues lo mismo. Tú eres el prójimo de tu mujer, y ella tiene que amarte igual, cuidarte, acompañarte, aconsejarte, ayudarte, hacer que tu vida sea feliz con ella. No es eso de “le doy el dinero y ¡ya he cumplido!” No es así. ¡Hay cosas más importantes que el dinero! La fe, el amor y la paz.
 
Paco: Bien, Sr. Cura. Si todo queda entre marido y mujer ya me lo dijo Vd. en la boda cuando nos casó, y me lo ha repetido mil veces cada vez que me ve.
 
D. José: Más despacio, amigo Paco. ¿Y tu vecina que está enferma y sola? ¿La visitas, le ayudas? ¡Eso también es amar al prójimo!, ella también es prójimo.
 
Paco: ¡No me pida imposibles!, ¿qué hace su hijo borracho? ¿y su familia? ¡Qué le ayude Paco que es bobo! ¡Eso no! Que cada uno cargue con su cruz.
 
D. José: Dime, Paco: ¿por qué estoy yo ahora hablando contigo? Porque en este momento eres mi prójimo. Que necesita ayuda y consejo, y eso se llama también obrar por amor. Sin otro interés que hacer el bien a la gente. ¿Tú no lo comprendes así?
 
Paco: Vd. ha estudiado mucho latín y sabe torear a la gente, tocarle el violín. Todo lo pinta fácil.
 
D. José: Yo de torero nada, lo hago por cumplir mi obligación de cristiano y de Cura, que, como todo bautizado, tiene que amar al prójimo, pasar haciendo el bien y rechazando el mal, y, para dar buen ejemplo, de discípulo de Jesús, amando a unos y a otros igual que Jesús nos amó.
 
                                                                                        El sacristán.