Cuando Jesucristo salió del desierto, dio principio a su laboriosa vida pública, recorriendo las ciudades y pueblos de Palestina, en cuyas sinagogas anunciaba el Evangelio, o sea la buena nueva de la venida del reino de Dios, y curando toda clase de enfermedades. Muy pronto se vio rodeado de una muchedumbre de personas de toda condición, atraídas por la grandeza de su enseñanza, la santidad de su vida y sus maravillosos milagros. Algunos de los que creyeron en Jesucristo, lo siguieron con la mayor constancia, y merecieron la elección de ser asociados a sus trabajos, con el concepto de discípulos especiales. El Señor escogió doce de estos para enviarlos más tarde a predicar su doctrina, y por ello les dio el nombre de Apóstoles, que quiere decir enviados.He aquí los nombres de los doce apóstoles: Simón, al que Jesús dio el nombre de Pedro; Andrés, hermano de Simón; Santiago el mayor y Juan, hijos de Zebedeo; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, Santiago el Menor, y Judas Tadeo, estos dos hijos de Alfeo; Simón el Cananeo, y en fin, el traidor Judas Iscariote, que después fue remplazado por Matías. Simón (o Pedro), Andrés, Santiago el Mayor y Juan eran pescadores; y habiéndolos encontrado el Señor en la orilla del lago Tiberíades, les dijo: ”Seguidme, que yo os haré pescadores de hombres”,y lo siguieron inmediatamente, dejando sus redes y sus barcas. A Mateo que era cobrador de impuestos, lo vio Jesús en su despacho, y le dijo igualmente:”Sígueme”, y al momento Mateo lo siguió sin dudar.