AMIGO, PASE Y PREGUNTE
D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.
Paco: Hola, D. José, espero no molestarle con mi visita, pero hay una cosa que quiero me explique.
D. José: Hombre, a mí nunca me molestas, la puerta siempre está abierta para los que me necesitan.
Paco: Muchas gracias, Sr. Cura, pero le veo siempre ocupado con sus papeles y rezos y me preocupa.
D. José: Las personas están primero que los papeles, porque Jesús vino a servir a las personas. Así que cuéntame todo lo que quieras que te explique. Lo haré con mucho gusto.
Paco: No sé como decírselo, y como era imposible ponerme de acuerdo con mi mujer, que cree lo sabe todo, me dije: voy a ver al cura y me lo explicará claro.
D. José: Muy bien, pero dime con calma que quieres que te explique.
Paco: Pues Vd. en la Misa del domingo, en el sermón, habló de la necesidad de la fe personal, de una experiencia de encuentro con Jesucristo. ¿A dónde lo voy a encontrar? No creo que vaya por mi herrería, y por la calle; yo no tengo tiempo para pasear. No sé, eso lo veo difícil de entender.
D. José: Vamos despacio y podrás comprenderlo. Tú dices que eres cristiano y vas a Misa por herencia familiar, porque tus abuelos y tus padres también iban a Misa y creían en Dios; pero, amigo Paco, ¿sabes una cosa? La fe no se hereda, lo que se hereda son las costumbres religiosas.
Paco: ¿Vd. también tiene esas ideas modernas? Siempre se ha dicho que era así, y hay un refrán castellano que lo dice muy claro: “de tal palo tal astilla”. ¿En qué quedamos?
D. José: Quedamos en que hay familias muy católicas y sus hijos no van a Misa, y yo he conocido curas, hijos de padres comunistas. Esos hijos heredaron la casa y las fincas pero la fe no.
Paco: ¡Primera vez que oigo esas historias! Creo que mi mujer, tan leída y beata, tampoco lo sabe. Explíqueme claro la cosa, porque es interesante.
D. José: La fe es un don, un regalo de Dios, que unas personas aceptan y otras rechazan. ¿Por qué lo hacen? Eso es un misterio. Hay quien tiene fe desde pequeño, como tú, y quien recibe la fe cuando es mayor, al oír una predicación, por una lectura, por unos amigos, y por otros medios que Dios usa.
Paco: Muy interesante eso, porque pienso que Dios puede hacerlo todo como Él quiera; pero eso del encuentro con Jesucristo no lo veo tan claro. ¿Cómo lo voy a ver si es espíritu? Y ¿cómo lo reconoceré si nunca lo he visto?
D. José: No es que lo veas, es que lo sientes, que estás seguro de su presencia en tu vida, que está contigo en aquel momento, que te ayudó en aquel problema, que te salvó en aquella enfermedad, y más cosas.
Paco: Ya, ya, ya…¿y cómo estoy seguro de que es Jesucristo y no una casualidad, la imaginación, el espíritu de mi santa madre?
D. José: Esa experiencia de Jesús es un don del Espíritu Santo. Puede suceder en un momento por una gracia especial de Dios, pero normalmente son experiencias pequeñas, de cosas sencillas de tu vida, que tú descubres por la fe, y cuando ha pasado un tiempo te das cuenta, descubres que fue el Señor el que vino a ti y te ayudó. Eso da fuerza, firmeza a tu fe.
Paco: Pues Vd. tiene razón. Muchas veces en mi vida me he sorprendido de cosas que me pasan sin saber cómo ha sido, como si alguien me ayudase, me acompañase, me echase una mano…y es Dios.
D. José: Cuando una persona tiene esas experiencias que llamamos encuentros con Jesús, ya nadie puede quitarle la fe, porque lo mismo que el apóstol Juan decía: “Lo que nosotros oímos, hemos visto, lo que tocamos con nuestras manos, de eso damos testimonio”.
Paco: Me ha emocionado y le doy las gracias de corazón. Voy corriendo a explicárselo a mi mujer.
El sacristán.