D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO EL HERRERO.
Paco cerró la herrería que tenía en su pueblo, Ribera de Arriba, y caminó tres kilómetros para hablar con D. José, el cura párroco de la iglesia “La Asunción”, de Ribera de Abajo, Paco iba muy enfadado y nervioso, después de haber discutido con el cura de su pueblo. Entró en el despacho parroquial, se quitó la gorra y saludó al cura.
D. José: Preguntó: ¿qué le pasa, Paco, que viene tan nervioso?
Paco: D. José, Vd. Perdone, pero ya me dirá si tengo razón.
El cura de mi pueblo, Ribera de Arriba, que Vd. conoce bien, es raro, está perdido con sus modernismos, y no hace como los curas de antes que yo conocí; por eso vengo enfadado a ver si Vd. me atiende.
D. José: Pero, ¿qué ha pasado, Paco?
Paco: Pues Vd. verá. Antes, cuando mi madre vivía, que era una santa, teníamos que bautizar a los niños a los pocos días de nacer, porque lo mandaba el cura o la Iglesia, que para el caso es lo mismo; y ahora parece que los curas no tienen ganas de bautizar y te dan largas…”más adelante”, “esperen un tiempo,” “deben prepararse”…¡No lo entiendo, Sr. cura! Y así tenemos a mi último churumbel de tres meses sin recibir el agua del bautismo.
También, según me dicen, se pone a hablar en la Misa atacando nuestras costumbres, tradiciones antiguas. Ha dicho que ahora las primeras comuniones, como se están haciendo, es sólo una fiesta de sociedad, pensando en los vestidos y el banquete, tirando un dinero que hace falta a los pobres; pero hablar de Jesucristo, como hacía el cura anterior, ¡nada de nada! Y yo pregunto: acaso cuando el chico se une con Jesucristo por primera vez, como a nosotros nos enseñaron, ¿no tenemos derecho a celebrar nuestra alegría comiendo, cantando y bailando?; ¿a quién hacemos daño?
Por si fuera poco, mi hija Ana, la que tiene el novio en Francia por eso de la vendimia, se quiere casar; y el cura de mi pueblo les dijo que si no había fe era mejor que se casasen por lo civil…Escuche Vd. Sr. Cura: cuando la hija me lo contó, pensé que me daba uno de esos infartos que ahora están de moda, porque, ¡no hay derecho!
Si mi santa madre contaba que en nuestra familia, desde siempre hemos sido católicos, y ahora viene un curita, recién salido de la escuela, a quitarnos las tradiciones centenarias. ¡No hay derecho, D. José!
D. José: Escúchame, Paco; primero ponte tranquilo, y después contéstame con calma y pensando bien lo que me dices. Vamos a ver, Paco. Ustedes, ¿por qué quieren bautizar al chico?
Paco: No sea gracioso, Sr. Cura, porque siempre se ha hecho así en España y en mi familia todos somos españoles y a mucha honra.
D. José: Paco, siento decirte que esa razón sola no vale. Y no vale, porque podemos ser españoles y no estar bautizados, ni haber hecho la primera comunión, ni casados por la Iglesia.
La única razón válida para bautizar un niño es porque tenemos fe, somos creyentes en Jesucristo, pues el niño se bautiza en la fe de los padres.
¿Me comprendes bien, Paco? Para recibir cualquier sacramento de la Iglesia católica hace falta tener fe, fe de verdad.
El sacristán