El banquete de la salvación


Cuando se trata de la elección del hombre para salvación eterna, Dios pasó por alto, no miró las distinciones de raza, color, inteligencia, condición económica, tamaño, sexo, nacionalidad, etc. La elección no fue basada en ninguna de esas cosas y por lo tanto Dios no ha preferido a personas en cuanto a eso. La elección eterna ha sido basada mirando a los hombres igualmente pecadores e igualmente alejados de Dios y con igual condena al infierno sobre sus cabezas. Dios no puede ser acusado de actuar injustamente ni de tener preferencia de personas por haber escogido a algunos para salvación y a otros no, pues en primer lugar la salvación no es un acto de justicia sino de misericordia. Estos son dos atributos de Dios muy distintos. Cuando Dios escoge a salvar a alguien no es su ‘justicia’ lo que está en función sino su ‘misericordia’. Frente a elegir entre hombres igualmente pecadores, igualmente indignos e igualmente merecedores de muerte y condenación, si Dios escoge salvar (escoger) algunos de ellos y a otros no, ni el que es salvo (escogido) puede decir que Dios lo salvo porque él o ella era alguien bueno o que hizo el bien o tenía buen corazón, ni el que no es salvo (condenado) puede de niguna manera acusar a Dios de ser injusto, pues Dios no ha escogido a los demás basado en un principio de justicia sino en un principio de misericordia. Y a eso dice la Escritura…
Romanos 9
Dios dijo a Moisés: “Perdonaré a quien perdone, y tendré compasión de quien tenga compasión.” La entrada en el cielo se debe a la generosidad de Dios.