LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES


AMIGO, PASE Y PREGUNTE

D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.

Paco: Buenos días D. José. He venido varias veces y no estaba, pregunté y me dijeron no estaba en el pueblo. Vd. perdone. Pero, ¿de vacaciones en este tiempo frío?

D. José: Hola, amigo Paco, siento no me hayas podido ver, pero de vacaciones nada de nada. Los Curas de mi época no saben de vacaciones, son cosas de los jóvenes.

Paco: Si no ha estado enfermo, como me ha dicho mi mujer, ¿se puede saber donde se ha metido? No creo que haya estado estudiando más, pues con lo que Vd. sabe le basta.

D. José: Me fui al norte, a Loyola, para hacer Ejercicios Espirituales, cosa que hago todos los años durante una semana, por lo menos, y que me hacen mucho bien.

Paco: ¡Santo Dios! ¿Haciendo ejercicios a su edad? ¿No se cansa? Pero Vd. no los necesita pues no tiene barriga como otros, que parece sólo viven para comer. No me lo imagino a Vd. con la barra, las pesas y el potro sudando a mares.

D. José: No digas tonterías, Paco. Mis Ejercicios son Espirituales, no afectan al cuerpo ni se usan medios de adelgazamiento ¡faltaría más!

Paco: Pero ¿cómo se come eso? ¿Es que el espíritu se puede separar del cuerpo para hacer unos ejercicios? Serán cosas de ahora que anuncia la tele, pues ni mi padre ni mi madre se metieron a ello, ni me hablaron nunca de esas cosas.

D. José: Paco, siento seas tan ignorante en el tema, pero los Ejercicios Espirituales que yo y muchos más, Curas y seglares hacemos, fueron fundados por San Ignacio de Loyola, en el año 1520, más o menos. ¿No has oído hablar de Ignacio de Loyola?

Paco: Vd. perdone, pero ni en mi herrería ni en el bar he oído hablar nunca de ese señor de Loyola, que creo es un lugar del norte, donde está el Atletic de Bilbao.

D. José: Sí, más o menos, pero esa persona es un Santo, que se convirtió cuando le hirieron las tropas francesas, y leyendo unos libros de la vida de Cristo y de santos, mientras estaba curándose, se convirtió, se sintió llamado por Dios.

Paco: Muy bien, me alegro, y ya podía Vd. darme un libro de esos, a ver si me convierto de verdad de una vez por todas; pero no veo a cuento de que viene todo eso con sus ejercicios espirituales, que no sé lo que son ni lo que hacen.

D. José: Te explicaré lo mejor que pueda. Varias personas seglares, o un grupo de Curas vamos a una Casa de Ejercicios, o a un Convento, y allí durante una semana, otro Cura nos da unas charlas de vida espiritual, varias veces al día, y después nosotros, en silencio y oración, meditamos y profundizamos en lo que hemos oído.

Paco: Y sin trabajar ni hacer nada ¿no se aburren?, ¿no se duermen? Imposible para mí, no aguantaría eso. ¿Y qué sacan de todo ese embrollo?

D. José: Pues nuestra perfección en la relación con el Señor, en intentar eliminar nuestros fallos y costumbres contrarias al espíritu cristiano o sacerdotal, y en cuanto a aburrirnos, nada, y de dormirse…pues alguno por su mayoría de edad o costumbre, se da una cabezada de vez en cuando. Hay que ser comprensivos con la gente.

Paco: ¡Qué inventos, Señor! No le diga nada a mi mujer por si le ocurre ir a eso. ¿Una semana? ¿y quién me hace la comida? Ya ella está bastante convertida, y si lo duda, vaya por mi casa y verá la cantidad de estampas y medallas de las Vírgenes que tiene.

D. José: No hay que confundir las cosas. Todos necesitamos hacer un parón, de vez en cuando, para revisar nuestra vida espiritual, nuestra relación con el Señor, igual que algunos se toman unos días de descanso para reponer su cuerpo y otras necesidades física o psíquicas o corporales.

Paco: Bueno, siempre se aprende algo nuevo. Y Vd. ¿sacó algo nuevo de esos ejercicios? Yo lo dudo, pues estoy convencido de que es un Cura santo. ¿Qué más quiere? Siga trabajando como hasta ahora, que lo necesitamos mucho, y ya llegará la hora de irse al cielo, sin necesidad de más ejercicios.

El sacristán.