“LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS”


AMIGO, PASE Y PREGUNTE


D. JOSÉ, EL CURA Y PACO, EL HERRERO.


Paco: Buenos días.Sr. Cura, Quiero que me explique claro lo que oí decir a mi mujer con unas amigas, pero, como siempre, me ha quedado oscuro, ¡No entendí nada!

D. José: Pues venga, hombre, pregunta sobre esa oscuridad y yo intentaré darte luz, si está a mi alcance.

Paco: Si Vd., un hombre tan leído no lo sabe, es un invento de mi mujer o de las vecinas. ¿Qué es eso de la Comunión de los Santos?

D. José: Pero amigo Paco, toda la vida rezando el Credo en la Misa del domingo y ahora resulta que lo decías como un loro, repitiendo lo que oías.

Paco: Siempre pensé que era una oración y quise participar con los demás, al mismo tiempo, pues no me la sabía de memoria. ¿Es qué no vale esa oración a los ojos de Dios?

D. José: Bueno, Dios conoce nuestras intenciones, y, como dice S. Agustín: “Dios nos conoce por nuestros deseos”; pero también dijo nuestra Santa Teresa de Jesús, la de nuestra tierra de Ávila: “El mucho mover los labios yo no llamo oración.”

Paco: Muy bonito todo, pero Vd, lo está enredando más y no me aclara el lío; porque, si los Santos están en el cielo con Dios, como decía mi madre, ¿para qué tienen que comulgar? ¿Acaso en el cielo van a Misa los domingos? Sinceramente, no lo entiendo.

D. José: ¡Vaya lío que te has formado! En el cielo se goza de la unión con Dios, que es la plena felicidad, pero no hay Misa ni comunión de la Hostia consagrada como hacemos en la Misa.

Paco: Entonces ¿Para qué dicen que los santos comulgan? A ver si me lo dice claro, pues está más enredado que un nudo.

D, José: Cálmate y atiéndeme. La palabra comunión quiere decir unión común, unión con Dios, o con otra persona, que es lo que hacemos cuando comulgamos; pero hay una unión espiritual cuando recibimos el Sacramento del Bautismo, unión con Jesús, Hijo de Dios, y unión con los demás bautizados. Todos las personas bautizadas, de todas las razas y de todas las partes del mundo estamos unidos espiritualmente, y eso es lo que llamamos la Comunión de los Santos. Que todos los bautizados, los que ya están el cielo, y los que todavía estamos en el mundo, estamos unidos espiritualmente con Jesucristo, el Hijo de Dios.

Paco: Ya, ya lo voy viendo, pero me parece muy espeso para mis entendederas, pues eso de una unión de tanta gente….¿Buenos y malos también? No sé, no lo veo claro.

D. José: Lo veremos claro cuando estemos en el cielo, como otras muchas cosas de Dios, que superan nuestra capacidad y las aceptamos por la fe.

Paco: Y eso, ¿quién o dónde lo explican más claro? Ni mi madre que sabía mucho de cosas religiosas, ni en el catecismo, cuando comulgué la primera vez, me lo dijeron.

D. José: A los niños hay que hablarles con lenguaje de niños, y poco a poco van comprendiendo. El apóstol san Pablo lo explica como un Cuerpo con muchos miembros o partes, La parte principal del Cuerpo es la Cabeza, y ese es Jesucristo; y las demás partes, como las manos, los pies, los ojos, la formamos todos los bautizados. Y a esa unión la llama S. Pablo el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia a la que nosotros pertenecemos, y en la que todos estamos unidos.

Paco: Y de todo ese rollo, ¿qué beneficios se saca? ¿Todos estamos en lo mismo?

D. José: Pues cada miembro, como sucede en nuestro cuerpo tiene una misión, la vocación que el Señor le dió. Y todos colaboramos, cada uno en lo suyo: tú en tu matrimonio y yo en mi sacerdocio. Cumpliéndola bien nos hacemos santos.

Paco: Y los malos ¿qué parte o arte tienen en esa mezcla de vocaciones?

D. José: Cuando una persona, una parte del Cuerpo místico obra bien, el beneficio es para todo el Cuerpo; y si uno obra mal, pues el daño es para todo el Cuerpo místico. Así es como crece: beneficiamos o hacemos daño a nuestra Iglesia. Por eso la Iglesia estará bien o mal, según cada uno de nosotros obremos, con la ayuda del Espíritu Santo.

Paco: Bueno, bueno, por lo que a mí me toca, si Dios me da aguante, y mi mujer no me ataca los nervios…voy a intentar cumplir con mi vocación y ayudar a la Iglesia.

El sacristán.