LA CONFIRMACIÓN

AMIGO, PASE Y PREGUNTE



D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO EL HERRERO.

Paco: Buenos días, D. José. ¿Cómo está Vd.? ¿Qué tal la vida de Cura?

D. José: Hola, Paco, buenos días. Estoy bien, gracias a Dios.

Paco: Hombre, los Curas sólo trabajan al día media hora en la Misa, y además tienen “enchufe” con Dios, y así ¡cualquiera está bien!

D. José: Vamos, amigo Paco, no exageres. La idea tuya es que el único que trabaja en este pueblo eres tú, y en eso y otras cosas estás muy equivocado.

Paco: Bueno, Sr. Cura, no se me caliente que he venido como amigo y quiero la fiesta en paz.

D. José: De acuerdo, entonces dime qué viento te ha traído por aquí.

Paco: Se trata de la Confirmación de mi hijo, porque ya tiene dieciséis años, y mi mujer, Vd. la conoce bien, tan pesada siempre, me tiene mareado con eso de la Confirmación del chico.

D. José: Pues tu mujer tiene toda la razón del mundo, y el único pesado eres tú, porque tendrías que saber que todo cristiano debe recibir el Espíritu Santo, que le dará el don de fortaleza, como a los Apóstoles el día de Pentecostés, para ser un testigo fiel de Jesucristo.

Paco: De acuerdo y ¿cuándo vendrá el obispo para traer el Espíritu Santo?

S. José: Tiene gracia. ¿Tu crees que el obispo trae al Espíritu Santo en la maleta? Despacio, hombre. Primero, tu hijo, tendrá que hacer dos años de catequesis, viniendo todas las semanas durante dos horas a la Parroquia.

Paco: Vd. ve, ¡lo que faltaba! Y el trabajo ayudándome en la herrería ¿quién lo hace?

D. José: Te comprendo, amigo Paco, pero el muchacho tiene que prepararse bien.

Paco: Si, sí, ¡ya se prepara conmigo en la herrería, para ganarse la vida! Además, le he oído predicar a Vd. que Jesús dijo: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, y aquí, el único que lo suda soy yo.

D. José: Entonces qué, ¿Va a venir tu hijo a la catequesis o no viene?

Paco: Pero, ¿tan importante es la Confirmación? ¿Qué le dan al muchacho?

D. José: Pues recibirá el Espíritu Santo, que es el amor de Dios.

Paco: Pues mire Vd.: Hace muchos años, cuando mi madre, que era una santa, me llevó de la mano ante el obispo, en la iglesia, para que me confirmara, sin preparación ninguna, que entonces las cosas eran más sencillas y no hacía falta tanta preparación, y después de confirmarme, yo busqué al Espíritu Santo por todas partes y no vi nada; lo único que vi y recibí fue una cachetada del obispo.

D. José: Veo que tú andas flojo en las cosas de la fe.

Paco: Y lo único que veo es que a los Curas les gusta “marear la perdiz”, para que la gente caiga en sus brazos, o en sus redes, porque, como dijo Jesús, son pescadores de hombres.

D. José: No, Paco, no; estás equivocado otra vez; en mis brazos no, en los brazos de Jesucristo, que es nuestro Salvador, y el fundamento de nuestra verdadera alegría. Y para eso es necesario recibir el Espíritu Santo, que viene a nosotros en el Sacramento de la Confirmación.

El sacristán.