DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta es la homilía del día 10 de julio de 2010.

Ahora el video también con sonido

Resumen de la homilía:

Un Letrado pregunta a Jesús: “¿Qué debo hacer para ir al Cielo?” Jesús le dice: “Cumple los Mandamientos, que se resumen en amar a Dios y al prójimo.” Jesús pone el ejemplo del buen samaritano, que amó al herido sin ningún interés. “Vete y haz tu lo mismo.” No basta saber y creer, es necesario amar. Amar es salir de si mismo, para ayudar al que sufre, al necesitado, al marginado. No hay cristiano verdadero sin amor al prójimo. Jesús: “Os doy un mandamiento nuevo: amarse unos a otros como yo os he amado.” “Conocerán que son mis discípulos, porque se aman unos a otros.” Jesús nos dirá: “Venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer.” “Lo que hicisteis a uno de mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis:” Caridad es estar atentos a las necesidades corporales o espirituales de los demás. San Pablo nos dice: “Amar es cumplir la ley entera” (Romanos 13, 10)

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Estas son las lecturas del día 10 de julio de 2010.

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro del Deuteronomio. (30, 10-14)


Moisés dijo al pueblo: “Escucha la voz del Señor, tu Dios, obedeciendo sus mandamientos, lo que está escrito en la Ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.

Porque el mandamiento que te doy no es cosa imposible de cumplir, no está en el cielo, no podemos decir: ¿quién puede subir al cielo y lo traerá, para que lo cumplamos? El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.”


Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 68, 14 y 17. 30-31. 33-34


R.-Los mandatos del Señor son buenos y alegran el corazón.


La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;

el mandamiento del Señor es fiel y enseña al ignorante.


R.-Los mandatos del Señor son buenos y alegran el corazón.


Los mandatos del Señor son buenos y alegran el corazón;

la ley del Señor es limpia y da luz a los ojos.


R.-Los mandatos del Señor son buenos y alegran el corazón.


La voluntad del Señor es pura y eternamente fuerte;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y totalmente justos.


R.-Los mandatos del Señor son buenos y alegran el corazón.


Más preciosos que el oro, más que el oro fino;

más dulce que la miel de un panal derrama.


R.-Los mandatos del Señor son buenos y alegran el corazón.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses. (1, 15-20)


Jesucristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por él fueron hechas todas las cosas: del cielo y de la tierra, visibles e invisibles, todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito en entre los muertos, y es el primero de todo. Porque en él quiso Dios que estuviera toda la plenitud. Y quiso reunir con él todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (10, 25-37)


En aquel tiempo, un doctor de la Ley, quería hacerle una prueba a Jesús, y le pregun-tó: “Maestro, ¿qué debo hacer para ir al cielo?” Jesús le dijo: “¿qué está escrito en la Ley de Moisés?, ¿qué lees en la Ley?”

El doctor de la Ley le contestó: “Ama al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia, y al prójimo como a ti mismo.” Jesús le dijo: “Has respondido bien. Si haces eso irás al cielo.” Pero el maes-tro de la Ley volvió a preguntar a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”

Jesús le dijo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y lo cogieron unos ladrones, le quitaron la ropa, le dieron golpes, le robaron todo lo que tenía, le hirieron gravemente, y se marcharon, dejando al hombre medio muerto.

Poco tiempo después, pasó un sacerdote por allí, y viendo al hombre muy herido, si-guió el camino y no le ayudó. Después pasó un levita, vio al herido, pero no hizo caso y se fue. Por último pasó un samaritano, que iba de viaje. Al ver al herido se acercó, y le dio mucha lástima. Le curó las heridas poniéndole aceite y vino, lo vendó, lo subió a su caballo, lo llevó a una posada, y lo cuidó. Al otro día, el samaritano le dio dinero al dueño de la posada y le dijo: “Tú cuida al herido, y si gastas más dinero, cuando yo venga te lo pagaré.”

Jesús le preguntó al maestro de la Ley: “Quién de estos tres hombres fue el prójimo del herido?” El maestro de la Ley respondió: “El samaritano que tuvo lástima del herido y lo cuidó.”

Jesús le dijo: “Vete y haz tú lo mismo.”

Palabra del Señor.


R.-Gloria a ti, Señor Jesús.