LA SEMANA SANTA



D. JOSÉ, Y PACO, EL HERRERO

Paco: D. José, aconséjeme Vd., porque en mi casa me marean y no sacamos nada en limpio.

D. José: ¿Qué es lo que pasa ahora en tu buena familia? No se va a convertir ahora, a vuestra edad, en la familia de los líos.

Paco: Esa es la cuestión. Mi mujer y yo ya somos mayores, estamos acostumbrados a un modo de vida, y nos apetece, la tranquilidad y la paz; pero los hijos jóvenes y los nietos ponen la casa patas arriba, y eso no lo acepto, porque todavía los que manda somos mi mujer y yo.

D. José: Me parece lógico, pero todo en paz y con buenas formas, dejando claro quién es cada uno, y el sitio que le corresponde.

Paco: Eso es lo que yo digo, pero mi mujer es más floja, y quiere bailar al son que le tocan los hijos; y por eso no paso yo.

D. José: Y ¿cuál es el problema de ahora? Porque he visto a tu mujer y a tus dos hijas y me pareció todo normal.

Paco: Claro, ante el Sr. Cura ponen buena cara, de santas, pero con el padre ya es otra cosa, y quieren mangonearme; pero a mí ¡qué va hombre!

D. José: Pues empieza por contarme a ver si le encontramos solución al problema, si es que lo hay o son sólo caprichos de niñas.

Paco: Mire Vd., la próxima semana es Semana Santa, ¡Cómo la vivía y respetaba mi santa madre! Pero ahora, las hijas, que quieren irse a la playa de no sé dónde, y figúrese Vd., quieren arrastrarnos a nosotros. Yo, ¿cuándo he faltado a la Semana Santa? A mi mujer, no sé si la convencerán, aunque creo que no; pero a mí ¡nunca!

D. José: Paco, la Semana Santa es el momento litúrgico más fuerte del año, y esa semana debemos dedicarla a la oración y reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús, y recibir todas las gracias que nos da.

Paco: ¿Por qué Vd. no cuenta claro en la homilía esas cosas? O si quiere le traigo a una de mis hijas y se lo explica claro.

D. José: ¡Si ya lo saben de memoria, pero…no lo viven! Ahora, para muchos católicos, la Semana Santa se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión, y se olvidan de lo principal, el respeto que debemos al Señor.

Paco: ¿Días de descanso? ¿Quién ha trabajado en su vida más que yo? Y, sin embargo y a pesar de mis años, nunca he olvidado los días que debemos al Señor. Por favor, explíqueme bien lo de la Semana Santa.

D. José: ¿Qué te puedo explicar que ya no hayas oído? La Semana Santa se llamaba al principio “La Gran Semana”, y sus días se les dice días santos. Esa semana empieza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua o de Resurrección.

Paco: ¿Es obligado asistir a todas celebraciones y procesiones? Porque yo, ya me canso un poco.

D. José: Lo importante es vivirlo en espíritu, acompañando a Jesús con la oración y el arrepentimiento de nuestros pecados, acudiendo al Sacramento de la Penitencia.

Paco: ¿Es obligado confesarse? Bien, pero ¿vendrá un cura de fuera?

D. José: Sí, tranquilo. Vendrán dos Curas de fuera para que puedas elegir al que te guste. El Cura es secundario; lo importante es un arrepentimiento sincero de corazón.

Paco: ¿Hay que asistir a todas las procesiones? Algunas son demasiado largas para mi edad. Mi mujer seguro que va a todas aunque reviente; pero yo no aguanto más.

D. José: No te preocupes por eso. Lo importante es participar del culto dentro del templo. Las procesiones están en segundo lugar. Tampoco es recordar con tristeza lo que sufrió Cristo, sino comprender porque murió, su entrega por amor y su Resurrección.

El sacristán