La gente sencilla, estaba llena de admiración por las palabras de gracia que salían de la boca de Jesús.
No es de extrañarse que aquella gente quedara cautivada atraída con las palabras de Jesús, sobre todo ante un mensaje que hasta ese momento no habían oído especialmente los pobres y los humildes. Así era como predicaba Jesús, así era como evangelizaba, así es como debemos aprender de El, con palabras sinceras, esperanzadora, bondadosas, amables, consideradas, respetuosas, amorosas y salidas del corazón.
El Evangelio es un mensaje, es la Buena Noticia, pero también es vida, por tanto no solo prediquémoslo con palabras, también con el testimonio de la propia vida. En otras palabras, debemos creer con gran convicción lo que anunciemos, vivir plenamente lo que creemos y vivir lo que predicamos, porque no es menos cierto, que se escucha más a gusto a los que dan testimonio.
Jesús, resucitado, continúa hoy caminando en medio de la humanidad, especialmente entre los pobres con la buena noticia, anunciando la liberación a los cautivos y en la curación de los ciegos, como luz del mundo, dando libertad a los oprimidos y a proclamando el año de gracia del Señor