Jesús nos enseña con autoridad cada domingo


El Evangelio de este Cuarto Domingo del Tiempo ordinario nos muestra el asombro de los judíos en la sinagoga de Cafarnaún por la autoridad de las enseñanzas de Jesús. Autoridad significa conocimiento seguro y claro. Creer con todo el corazón en lo que se dice. Su autoridad llegaba a curar con una sola palabra a los poseídos por el mal y por la enfermedad. Jesús –nosotros lo sabemos—domingo a domingo nos sigue enseñando con autoridad. La autoridad de Jesús sobre los espíritus inmundos o malos aparece en el Evangelio de Marcos como en el caso del hombre poseído de un espíritu malo en la sinagoga. El mandato de Jesús al demonio fue: “¡Cállate, y sal de él!” (Mc.1. 25)
En otro caso Marcos habla de la firmeza de Jesús con el sencillo mandato: “espíritu sordo y mudo, yo te mando, sal de él.” (Mc. 9, 25)  La autoridad de Jesús sobre los malos espíritus fue dada a los apóstoles y también a los 70 discípulos, y finalmente, al apóstol Pablo. Los 70 discípulos enviados por Jesús fueron capaces de expulsar demonios por el nombre de Jesús. (Lc. 10, 17) Pablo no hizo ningún exorcismo cuando dijo al espíritu que poseía a la joven en Filipos: “Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella…” (Hch. 16, 18) Más bien el poder de Dios obró a través de Pablo. Los setenta también fueron enviados con el poder y autoridad de expulsar demonios (Lc. 10,1) Regresaron  de su misión con gran gozo, diciendo: “hasta los demonios nos obedecían en tu nombre” (Lc. (10, 17)