Los pescadores se sienten emocionados, atraídos por la voz de Jesús que los ha llamado. Su voz ha penetrado hasta lo más profundo de su corazón repitiéndoles: "Sígueme". La voz de Jesús, también su mirada tienen mucha fuerza de atracción, arrastran; “os haré” pescadores de hombres. Dios en nosotros y con nosotros realiza su obra. Aquellos que siendo llamados responden “SI”, conseguirán un conocimiento mayor y más íntimo de Jesús, y también de los dones que el Señor les ha dado y también de nuestras debilidades y pecados.
Pensemos en este "pasar" de Jesús por nuestras labores de cada día. Esos trabajos y ocupaciones son para nosotros un lugar seguro, donde muchas veces nos refugiamos, estamos a gusto; pero, al igual que Simón y Andrés- Santiago y Juan, para seguir a Jesús debemos dejar lo que nos impide ir “con Él". "Las intervenciones de Dios en la vida de los hombres son diferentes que las costumbres y la rutina de cada día. Dios viene a nosotros siempre, a "hacer nuevas todas las cosas" (Ap.21,5) , y siempre que Él viene a nosotros, es necesario, ser valientes, dejarlo todo para irse con Él".
El primer grupo de discípulos, Pedro y Andrés, que el evangelio nos muestra, al ser llamados dejan las redes y barcas; y los del segundo grupo, Juan y Santiago, dejan también al padre y los jornaleros. Cuando las cosas o personas están ordenas a Dios, nunca son un obstáculo para seguir su llamada; pero, algunas veces puede haber un obstáculo, una dificultad que hay que quitar o superar. Si el obstáculo sigue, debemos orar mucho, para que Dios abra el corazón que se encuentra endurecido y nos ayude a perseverar aceptando la dificultad que vivimos, ofreciéndosela al Señor.
Pensemos en este "pasar" de Jesús por nuestras labores de cada día. Esos trabajos y ocupaciones son para nosotros un lugar seguro, donde muchas veces nos refugiamos, estamos a gusto; pero, al igual que Simón y Andrés- Santiago y Juan, para seguir a Jesús debemos dejar lo que nos impide ir “con Él". "Las intervenciones de Dios en la vida de los hombres son diferentes que las costumbres y la rutina de cada día. Dios viene a nosotros siempre, a "hacer nuevas todas las cosas" (Ap.21,5) , y siempre que Él viene a nosotros, es necesario, ser valientes, dejarlo todo para irse con Él".
El primer grupo de discípulos, Pedro y Andrés, que el evangelio nos muestra, al ser llamados dejan las redes y barcas; y los del segundo grupo, Juan y Santiago, dejan también al padre y los jornaleros. Cuando las cosas o personas están ordenas a Dios, nunca son un obstáculo para seguir su llamada; pero, algunas veces puede haber un obstáculo, una dificultad que hay que quitar o superar. Si el obstáculo sigue, debemos orar mucho, para que Dios abra el corazón que se encuentra endurecido y nos ayude a perseverar aceptando la dificultad que vivimos, ofreciéndosela al Señor.