LA ORACIÓN EUCARÍSTICA

PREFACIO















“Dar gracias”, este es el objetivo, la finalidad de toda la Misa. ¿Para qué celebramos la Misa? Para dar gracias al Señor por tantos dones que nos da todos los días. Eso es lo que hacemos en todo el Prefacio. El Prefacio nos recuerda algunas causas para dar gracias.
El Prefacio es un momento bueno para recordar que la Misa no es sólo del sacerdote. Todos los que estamos en la iglesia debemos tener conciencia de expresiones como estas: “te ofrecemos,” “te damos gracias,” “te rogamos;” frases que el sacerdote dirige a Dios.
En verdad es digno y bueno que en todo tiempo y lugar te demos gracias, Señor.

SANTO...SANTO...SANTO

La acción de gracias que dice el sacerdote que preside la Misa, termina con esta aclamación que dice o canta toda la asamblea cristiana al Padre, causa de todo bien y de todas las cosas. La Iglesia de los que están en el cielo y en la tierra se une en una sola alabanza.

EPÍCLESIS

Con esta palabra griega, el sacerdote pide al Espíritu Santo que venga al pan y el vino y los convierta en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.

CONSAGRACIÓN














Nuestra fe se centra en la muerte y resurrección de Jesucristo. La Plegaria Eucarística, tambien se centra en ese relato de la Pasión y resurrección de Jesús. Ese relato es recuerdo y presencia, porque en ese momento Jesús se hace presente en el Altar, está allí.
Es la fuerza del Espíritu Santo la que transforma el pan y el vino, por las palabras del sacerdote, que representa en esos momentos a Jesucristo. Debemos adorar la aparición y presencia verdadera de Jesús-Eucaristía en medio de nosotros. Terminada la Consagración, toda la asamblea aclama el milagro que se ha realizado en el Altar. Aclama recordando que allí se hace presente toda la historia de nuestra salvación: el misterio pascual de Jesucristo y la espera de su venida gloriosa.