¿Por qué creemos en Dios?

EL CREDO, POCO A POCO




El Credo poco a poco. Por qué creemos en Dios por pastoraldelsordo





Antiguamente las personas de todos los pueblos y de todas las razas del mundo, creían en un Ser Superior. Pensaban que era Grande, Sabio, Fuerte y le tenían miedo.
Esas personas que pensaban que había un Ser Superior, hacían esculturas y monumentos al Ser Superior, como podemos ver todavía en Egipto, Grecia, Roma, México, Perú y otros países con historias antiguas.
Ofrecían animales sacrificados a ese Ser Superior, y en algunos lugares, también mataban personas y las ofrecían al Ser Superior, para que se calmase su enfado o les perdonase las cosas que hicieron mal.
Esas esculturas o monumentos al Ser Superior se llaman ídolos, que son dioses falsos. En algunos pueblos tenían muchos ídolos.
Ellos se preguntaban: ¿Quién hizo el mundo, el mar, el cielo, el primer hombre? Y pensaron en una Causa, la Primera Causa de todas; y ese era Dios, al que llamaban Ser Superior.
Nada se hace solo, todas las cosas tienen un principio, una Causa que produce un efecto: El Carpintero hizo la mesa, el arquitecto hizo la casa, mamá hizo el vestido, papá plantó la semilla del árbol que hay en el jardín. El carpintero, el arquitecto, mamá y papá son la Causa que produjo como efectos la mesa, la casa, el vestido y el árbol.
Esas personas tenían un sentimiento interior, sentían que había un Ser Superior, pero fue el pueblo de Israel, pueblo elegido de Dios, el primer pueblo que creyó en un solo Ser Superior, que era Espiritual, amaba y cuidaba a Israel, su pueblo elegido, y le llamaban Yhaveh.
Le ofrecían animales sacrificados a Yhaveh, para que les perdonase los pecados, pero los judíos prohibían hacer imágenes de Dios, porque Dios no se puede ver, es invisible.
Dios, de tiempo en tiempo, se manifestaba y comunicaba a Israel por los profetas, que eran hombres elegidos por Yhaveh, y les daba un mensaje, una enseñanza para su pueblo elegidos, y les iba preparando para el futuro venir a salvarles.
Por eso el pueblo de Israel esperó con gran deseo la venida del enviado de Dios, el Cristo o Mesías, y oraban pidiendo: “Que se abra el cielo y venga el Salvador.”