PERDONA NUESTRAS OFENSAS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN


Padre nuestro. Perdona nuestros pecados, como... por pastoraldelsordo

En esta petición hay dos partes. En la primera parte pedimos a Dios perdone nuestras ofensas; en la segunda parte, “como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.” San Agustín no dice de un pacto entre Dios y la persona pecadora: Dios dice: “si tú perdonas, yo te perdono; si tú no perdonas, yo tampoco te perdono.” Y el Señor nos dice: “Así obrará mi Padre del cielo con vosotros si cada uno no perdona de corazón a su hermano”.

El perdón de los pecados es la necesidad principal de todos los humanos. Lo más que oprime a la persona es la culpa no perdonada. Es verdad que el precio del perdón de los pecados lo pagó Jesucristo con los infinitos méritos, ganados con su sacrificio, pasión y muerte en la cruz. Pero el aplicar esos méritos a cada alma obliga a una aceptación o cooperación a la gracia de Dios. Al rezar pidiendo el perdón y la conversión no debe ser sólo de nuestra culpa personal, sino también de las de nuestra familia, de nuestros conocidos, y de todas las personas. Este es el objetivo del apostolado de la oración.

Debemos recordar que Dios, Nuestro Padre, es infinitamente bueno y misericordioso, siempre que vea algo de buena voluntad en una persona. El perdón que Dios nos da está relacionado con nuestra forma de obrar con nuestro prójimo. Y recordar que Jesús, conociendo nuestras debilidades, nos dio el sacramento de la confesión; por eso, cuando caemos en pecado, debemos decir como el Hijo Pródigo del Evangelio: “Me levantaré, iré a la Casa de mi Padre y le pediré perdón.” Pero es importante que de verdad estés arrepentido de haber desobedecido a Dios, sincero deseo de no cometer otra vez ese pecado,

Jesús nos dice:”Si perdonáis a los demás las ofensas que hacen contra vosotros, también vuestro Padre celestial os perdonará vuestros pecados. Pero si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestros pecados.”
San Agustín nos dice: “Perdonemos de corazón a nuestros enemigos y así podremos añadir: “como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.” Si tú perdonas, Dios te perdona.