LA PRIMERA COMUNIÓN

AMIGO, PASE Y PREGUNTE



D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.


D. José: Buenos días, Paco, ¿Qué buena nueva te trae por el despacho parroquial?


Paco: ¿Buena nueva dice Vd.? ¡Mala noticia! Y estoy que si no vengo, reviento.


D. José: Cálmate, Paco, no será tan grande la cosa, cálmate y cuéntame.


Paco: Todo porque mi nieto hace la Primera comunión, y mi mujer me pide mil euros, porque si el vestido, que si la comida, y no sé que más; pero bueno; ¿hace falta todo eso para unirse con Jesús en la comunión? Yo me puse el pantalón del domingo y mi santa madre me compró una crucecita de madera para colgármela del cuello, y todos contentos. Después el Cura nos dio una taza de chocolate y galletas, y una estampa de la Virgen.


D. José: Paco, tienes toda la razón del mundo, ¡están destruyendo la celebración de ese importante Sacramento, convirtiéndolo en una celebración pagana, donde los niños lo pasan mirando todo lo que le ponen encima, pero, ¡ni se acuerdan que recibieron a Jesús!


Paco: Mire Vd., cuando me lo dijo, faltó poco para que me diera un infarto de esos que dan ahora, y me fui al bar a coger aire y calmarme con una copa, y allí me encuentro con Pedro, el molinero, que tenía el mismo problema; pero él, medio comunista, atacaba a los curas, y decía: “se hacen ricos con el dinero de los pobres”. Lo cogí de la camisa y le dije: “Tú, al Cura de mi pueblo no lo toques, porque si te metes con D. José, que es un santo, te rompo la cara”. Idiota, infórmate primero y verás que el Cura no cobra ni un euro. Todo eso que montan son novelerías de las mujeres con ganas de presumir.


D. José: Muchas gracias por defenderme, pero no me hagas santo hasta que lo diga el Papa. Dile a tu mujer que venga a verme, porque con ese dinero, pueden ayudar a otros niños pobres que también comulgan y no tienen ni zapatos. Pensemos en el prójimo.


Paco: Vd. me perdone, pero creo que esa palabra “prójimo” ya no sabe nadie lo que es. Ahora lo que se dice es “sálvese el que pueda” y los demás dejarlos para Jesucristo.


D. José: Eso no es propio de un buen cristiano, porque hay que compartir con los demás lo mucho que cada día recibimos de Dios.


Paco: Que hay pobres lo sabemos por la tele, pero lo que interesa es ver como va el equipo de fútbol, y qué jugadores han fichado el Madrid y el Barcelona. De eso se habla en el bar. Si alguien toca el tema de los pobres, todos dicen lo mismo: ¡que vayan a Cáritas!


D. José: Pero Cáritas no tiene una mina de oro. Reparte lo que nosotros le entregamos; muchas veces cosas que ya no valen, y eso no se da a un hermano, eso va a la basura. La verdadera caridad es compartir con amor y con dolor, porque para mí es un sacrificio.


Paco: Como siempre, ¡tiene Vd. toda la razón del mundo!; pero, quién le mete esas ideas en la cabeza si no van a Misa; y los que van, le oyen muy bien ¡pero no le escuchan! Porque escuchar es oír con el corazón.


D. José: El fallo de eso, Paco, está en la base. Hay que tener fe viva, creer en Jesús y amar a Jesús que está en la Eucaristía, que recibimos en la Primera comunión; y la reciben como si fuera una galleta, pensando en el vestido y el reloj que le regalaron, sin conciencia de lo que reciben, y así crecen, con una fe de costumbres heredadas, pero no de Amor.


El sacristán.