DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta es la homilía del día 11 de septiembre de 2010.


homilía 11-9-2010
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Resumen de la homilía:

Las lecturas de este domingo nos hablan de la misericordia y del perdón del Señor. En la primera Lectura Moisés pide a Dios perdone a su pueblo que había pecado. Dios perdonó a su pueblo, como perdona siempre al que se arrepiente y pide perdón. En la segunda Lectura san Pablo reconoce fue perseguidor de los cristianos. Dios lo eligió y perdonó, y tuvo confianza en él para hacerle su apóstol. Porque Cristo vino al mundo y murió en la cruz para salvar a los pecadores. La parábola de la oveja perdida manifiesta como es la Misericordia de Dios. Así obra el Señor con cada pecador que se aleja de Dios, porque Él sigue amándolo. Por cada pecador que se arrepiente y vuelve a Dios hay gran fiesta en el cielo. Dios pone una condición para perdonarnos, estar arrepentidos del mal que hicimos. El Señor nos busca, como el pastor buscó la oveja perdida, porque siempre nos ama. Pensemos en nuestros pecados y vayamos a Dios en el Sacramento de la Confesión.



Estas son las lecturas del día 11 de septiembre de 2010.

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro del Éxodo (32, 7-11. 13-14)


En aquellos días el Señor dijo a Moisés: Baja del monte, que este pueblo, el que tú sacaste de Egipto, se ha pervertido. Pronto se han desviado del camino que yo les dije. Han hecho un becerro de metal, se arrodillan delante de él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto.”

Y el Señor dijo a Moisés: “Yo veo que este pueblo es un pueblo duro de entender. Por eso, déjame: mi ira caerá contra ellos hasta destruirlos. Y de ti haré un pueblo grande.”

Entonces Moisés pidió al Señor, su Dios. ¿Por qué, Señor, te enfadas contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano fuerte? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste, diciendo: “Aumentaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra se la daré a vuestra descendencia para que la tenga para siempre.”

Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había dicho contra su pueblo.

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 50, 3´4. 12-13. 17 Y 19


R.-Iré a la casa de mi padre.


Dios mío, por tu bondad, ten misericordia de mi,

por tu gran compasión perdona mi culpa;

limpia mi alma del mal que hice, perdona mi pecado.


R.-Iré a la casa de mi padre.


Oh Dios, dame un corazón puro,

cámbiame por dentro con espíritu fuerte;

no me apartes de ti, no me quites tu santo espíritu.


R.-Iré a la casa de mi padre.


Señor, abre mis labios, y mi boca te alabará.

Mi sacrificio es un espíritu dolorido;

un corazón arrepentido tú no lo rechazas.


R.-Iré a la casa de mi padre.



SEGUNDA LECTURA


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo. (1, 12-17)


Querido hermano: Doy gracias a Jesucristo, nuestro Señor, que tuvo confianza en mí y me dio este ministerio. Yo antes era un perseguidor de los cristianos y un soberbio.

Pero Dios tuvo compasión de mí porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía.

El Señor derramó su gracia en mí, y me dio la fe y el amor en Jesucristo.

Pueden tener confianza y aceptar sin dudar lo que yo les digo: que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el más pecador.

Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, manifestase Jesucristo toda su paciencia, y yo pudiese ser testigo de todos los que crean en él y tendrán vida eterna.

Al rey de los siglos, inmortal, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén


EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según san Lucas. 15, 1-10.


En aquel tiempo, los pecadores y publicanos se acercaban a Jesús para oírle hablar, y los escribas y fariseos murmuraban, hablaban mal, diciendo: “Ese hombre acoge a los pecadores y come con ellos.”

Jesús les dijo esta parábola: “Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, deja las noventa y nueve en el campo y va a buscar la oveja perdida. Y cuando la encuentra, muy feliz, la pone encima de sus hombros y, al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos para decirles: “alégrense conmigo, porque ya encontré mi oveja perdida.”

Y se alegrará más por la oveja que encontró que por las noventa y nueve que no se habían perdido. Yo les digo que igualmente habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte y vuelve a Dios, que por noventa y nueve que no necesitan convertirse.”

Palabra del Señor.


R.-Gloria a ti, Señor Jesús.