Para pensar


El Papa Benedicto XVI, al empezar este tiempo decía que el Adviento es un tiempo muy importante desde el punto de vista religioso, pues está lleno de esperanza y de espera espiritual. Cada vez que la comunidad cristiana se prepara para recordar el nacimiento del Jesús de Nazaret, siente un escalofrío de alegría. En Adviento, el pueblo cristiano revive un doble movimiento del espíritu: por una parte, levanta la mirada hacia la meta final de su paso por la historia humana, que es el la venida gloriosa del Señor Jesús; también, recordando con emoción su nacimiento en Belén, se arrodilla ante el Nacimiento. La esperanza de los cristianos se dirige al futuro, pero siempre queda muy unida a un acontecimiento del pasado, en la plenitud de los tiempos cuando el Hijo de Dios nació de la Virgen María.
El Evangelio de estos días nos invita hoy a permanecer vigilantes en espera de la última venida de Cristo. «¡Vigilad!», dice Jesús, «ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa» (Marcos 13, 35. 37). La comunidad cristiana espera con gran deseo su «manifestación» y el apóstol Pablo, al escribir a los Corintios, les aconseja a confiar en la fidelidad a Dios y a vivir para que cuando el Señor venga les encuentre «irreprochables», sin pecado.
Podemos pensar si ya empezamos a vivir este tiempo, preparando nuestra alma, para la llegada del Señor.