Qué razón tenía el ángel ¿Qué hacían allí los apóstoles mirando el cielo? Se abría para ellos la gran obra de la evangelización que Cristo les había encomendado: Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado (Mt. 28,19 ). Todos los cristianos continuamos la obra de Jesús, es su mandato y es nuestro compromiso. Junto a esta orden de extender el evangelio hasta los confines del mundo. Jesús manifestó una promesa, alentadora, decisiva: Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos (Mt. 28,20). Jesús se marcha, pero se queda con nosotros, su presencia será distinta, pero tan cierta como cuando estuvo en la tierra. Decía el Papa, que es como si nos dijese a cada uno: "He resucitado y ahora estoy siempre contigo. Mi mano te sostiene. Dondequiera que tú caigas, caerás en mis manos. Estoy presente incluso a las puertas de la muerte. Donde nadie ya no puede acompañarte y donde tú no puedes llevar nada, allí te espero yo y para ti transformo las tinieblas en luz” . Gracias Señor por estar siempre con nosotros, en todos los momentos, en los alegres y en los tristes. Gracias por convertir las tinieblas en luz.