DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta es la homilía del día 12 de junio de 2010.

Ahora el video también con sonido

Resumen de la homilía:

Cuando Pedro vio el milagro que hizo Jesús, dijo:”Apártate de mi que soy pecador.” Pedro no comprendía que Jesús vino, principalmente “a salvar a los pecadores.” Todos nos podemos salvar si creemos en Jesús y nos arrepentimos de los pecados. La Ley de Jesús se fundamenta en el amor: “Al que mucho ama mucho se le perdona” Me salva la Fe en Jesús y al cumplimiento de su Mandamiento del amor. No basta la sola Fe, es necesario obrar de acuerdo con lo nuestra Fe. Jesús acogió a la mujer pecadora, porque siempre nos acoge a todos los necesitados. Simón no lo comprendía, dudaba que Jesús fuese profeta y no expulsase a la mujer. Jesús revela a un Dios que es Padre, y perdona al que ama y se arrepiente del pecado. Sus pecados, que son muchos, les son perdonados, porque ha amado mucho. En el mundo siempre habrá pecados, porque somos débiles y orgullosos. Los santos también pecaron, pero siempre se arrepintieron y fueron perdonados. Dios nos da el remedio para ser perdonados, arrepentirnos de ofenderle y confesión.

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Estas son las lecturas del día 12 de junio de 2010.

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de Samuel. (12, 7-10. 13)


En aquellos días, Natán dijo a David: “Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí rey de Israel, te libré de Saúl, te di la casa de tu Señor, te entregué sus mujeres, te di la casa de Israel y la de Judá, y, pienso darte mucho más.

¿Por qué despreciaste la palabra del Señor, haciendo lo que él no quiere? Mataste a espada a Urías, y cogiste a su mujer. Por eso la espada no se separará nunca de tu casa; porque me despreciaste, cogiendo la mujer de Urías.”

David respondió a Natán: “¡He pecado contra el Señor!”

Natán dijo: “El Señor ya ha perdonado tu pecado, no morirás.”

Palabra del Señor.


R.-Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 31, 1-2. 5. 7. 11


R.-Señor, perdona mi culpa y mi pecado.


Feliz el que está perdonado de su culpa,

a quien le han borrado su pecado;

feliz el hombre a quien el Señor

no le recuerda su pecado.


R.-Señor, perdona mi culpa y mi pecado.


Yo he pecado, lo acepté, no escondí mi culpa;

dije: “Confesaré al Señor mi culpa”,

y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.


R.-Señor, perdona mi culpa y mi pecado.


Tú eres mi refugio, me salvas del peligro,

me rodeas de cantos de libertad.


R.-Señor, perdona mi culpa y mi pecado.


Alégrense los justos, y gozad con el Señor:

alabadlo los de corazón bueno.


R.-Señor, perdona mi culpa y mi pecado.

SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Gálatas. (2, 16. 19-21)


Hermanos: Sabemos que el hombre no se salva por cumplir la Ley, se salva por creer en Jesucristo. Por eso nosotros creemos en Jesucristo, para ser perdonados por la fe en Jesús y no por cumplir la Ley. Porque el hombre no es perdonado por cumplir la Ley. Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así yo vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo el que vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí. Yo acepto la gracia de Dios. Pero si nos salváramos por la Ley, la muerte de Jesús no tendría ningún valor.

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según san Lucas. 7, 36-50


En aquel tiempo un fariseo invitó a Jesús a comer con él, y entrando en su casa se sentó a la mesa. Había en la ciudad una mujer de mala fama. Al saber que Jesús estaba en casa del fariseo, entró en la casa llevando una botella con un perfume muy caro.

La mujer se puso detrás de Jesús, y llorando, mojaba los pies de Jesús con sus lágrimas y los limpiaba con sus largos cabellos, besaba los pies de Jesús y les ponía perfume.

El fariseo, al ver lo que hacía la mujer, pensó: “Si Jesús fuera un profeta, conocería quién es esa mujer. ¡Una pecadora!”

Jesús dijo al fariseo: “Simón, quiero decirte una cosa.” El fariseo contestó: “Maestro, dímelo.” Jesús le dijo: “Un señor prestó dinero a dos personas. A una le prestó quinientos denarios y a la otra cincuenta. Ninguna de las dos personas podía devolverle el dinero prestado. El señor, que era bueno, les perdonó la deuda.

De las dos personas, ¿quién amará más al señor que les perdonó la deuda?”

Simón respondió: “Pienso que la persona a la que le perdonó más.”

Jesús le dijo: “Has respondido bien.” Y mirando a la mujer, Jesús dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Yo vine a tu casa y no me diste agua para lavarme los pies; ella ha mojado mis pies con sus lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; pero ella, me ha besado mucho los pies. Tú no me ungiste con aceite la cabeza, y ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo: porque ella ha amado mucho, les están perdonados sus muchos pecados: a la persona que ama poco, se le perdona poco.” Y dijo a la mujer: “Tus pecados están perdonados.”

Los invitados a la comida decían: “¿quién es éste que perdona los pecados?”

Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz.”

Palabra del Señor.


R.-gloria a ti, Señor Jesús.