Hacerse como niños y acoger a los niños. ‘El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí’. Acoger al pequeño y al humilde; acoger y aceptar al que nadie quiere y se menosprecia, acoger al que nos parece insignificante y que nada vale; acoger al que no cuenta, y al que pasa desapercibido; acoger a todos sin diferencia ni distinción.
Cuando nos vamos haciendo mayores cuánta malicia vamos dejando entrar en el corazón; cuantos sueños y apetencias de grandezas, de relumbrones, de figurar para que me tengan en cuenta; cuánta soberbia se nos va metiendo en la vida. Cuando nos vamos haciendo mayores, nos creemos tan grandes e importantes que nos permitimos hacer distinciones, discriminaciones: éste me gusta y este no; aquel me cae bien y este otro no lo soporto; aquel me dijeron que era no sé qué y este no es de los míos, de mis amigos o de los de mi tierra.