Hacerse niños


Hacerse como niños y acoger a los niños. ‘El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí’. Acoger al pequeño y al humilde; acoger y aceptar al que nadie quiere y se menosprecia, acoger al que nos parece insignificante y que nada vale; acoger al que no cuenta, y al que pasa desapercibido; acoger a todos sin diferencia ni distinción.

Cuando nos vamos haciendo mayores cuánta malicia vamos dejando entrar en el corazón; cuantos sueños y apetencias de grandezas, de relumbrones, de figurar para que me tengan en cuenta; cuánta soberbia se nos va metiendo en la vida. Cuando nos vamos haciendo mayores, nos creemos tan grandes e importantes que nos permitimos hacer distinciones, discriminaciones: éste me gusta y este no; aquel me cae bien y este otro no lo soporto; aquel me dijeron que era no sé qué y este no es de los míos, de mis amigos o de los de mi tierra.


Jesús nos pide un estilo nuevo para los que vamos a pertenecer a su Reino. Por eso nos dice que nos hagamos como niños y que acojamos a los niños. Es una mirada nueva la que he de tener hacia el hermano, una actitud nueva en mi corazón, pero también en mis actitudes y en los gestos externos que tenga en mi relación con los demás,
¿Quién será el más importante en el Reino de los Cielos? Hagámosle caso a Jesús, pongamos esas actitudes nuevas en nuestro corazón, y comencemos a relacionarnos de una forma nueva y distinta.