¿Palabras o acciones?


El Evangelio de este domingo nos invita a demostrar con acciones los que decimos con palabras. ¿Con que frecuencias nos quedamos solo en palabras? Desde los mas pequeños detalles hasta los más importantes en la vida. ¿Cuantas veces le preguntamos a la gente como están y ni siquiera escuchamos sus respuestas? Hablamos por hablar. Prometemos cosas que desde el principio nunca tuvimos la intención de realizar. ¿Que sentido tiene nuestra palabra? Prometemos amor para siempre a personas que decimos amar en un momento de nuestra vida y llegamos hasta casarnos y con el tiempo nos aburrimos, desaparece la pasión y nos divorciamos. Prometemos a nuestros hijos dedicarles tiempo y no encontramos tiempo en nuestra vida tan ocupada para jugar o estudiar con ellos.

¿Que sentido tienen las palabras que pronunciamos diariamente?

Jesús nos explica esta falta de significado de las palabras que pronunciamos con el relato de los dos hijos. Uno se niega a obedecer a su padre, pero después hace lo que el padre le había pedido. El otro le dice a su padre sin titubear que hará lo que le ha pedido hacer, pero al final no realizar lo que prometió hacer. Solamente el primero, quien realmente realizo el trabajo encomendado, a pesar de haber dicho "no", es el que hace la voluntad de su padre.

¿Que sentido tienen las palabras que le decimos a Dios en nuestra oración? Si a Dios le decimos no al principio, o tal vez titubeamos en responderle, si al final le decimos que "si", nuestras acciones serán las que cuentan y no ya nuestras palabras.
El Evangelio de este domingo nos invita a tomar nuestras acciones con seriedad. Es fácil decirle a Dios que lo amamos, pero si no traducimos esas palabras en acciones, nuestras palabras estarán vacías, sin sentido alguno. Jesús lo dejo muy claro al principio del Evangelio de Mateo: No toda persona que me dice, 'Señor, Señor' entrara en el Reino de los Cielos, pero solo entrará el que hace la voluntad de mi Padre en el cielo.