DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO (ciclo B)





RESUMEN HOMILÍA DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO

El cristiano debe obrar siempre movido por la fe y el amor a Dios.
Jesús, por amor, ofreció su vida para salvarnos, y vendrá otra vez para llevarnos al cielo.
Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por  sus amigos.
La pobre mujer creyó en la Palabras de Dios y ofreció toda su comida al profeta Elías.
La pobre viuda puso en el arca todo lo que tenía para vivir, confiando en el amor de Dios.
Compartir lo necesario, recibido de Dios, confiando en que el Señor nos ayudará siempre.
No dar a los demás por vanidad, para que piensen que somos buenos.
Cuando damos por amor lo que necesitamos, tiene mucho valor a los ojos de Dios.
La ayuda de los ricos también es necesaria para las obras de la Iglesia y su labor social.
No dar a los demás por interés, para que Dios me de. Sólo vale el amor que ponemos.
La grandeza de nuestras obras depende de la forma y el amor con que se haga.
De todo lo que demos por amor recibiremos el ciento por uno y, además, la vida eterna.


DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO  (B)

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Reyes.  (17, 10-16)

El profeta Elías fue a la ciudad de Sarepta, y al llegar a la ciudad, vio a una mujer que recogía leña. Elías la llamó y le dijo: “Por favor, dame un poco de agua para beber.”
La mujer fue a buscar el agua y Elías le gritó y le dijo: “Por favor, dame también un poco de pan.” La mujer respondió:
 “Te juro, por el Señor, tu Dios, que no tengo pan; sólo tengo un poco de harina y un poco de aceite. Estoy cogiendo un poco de leña para hacer fuego y hacer un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos y después moriremos.”
Elías dijo: “No tengas miedo, vete a hacer un pan para mí y dámelo; después lo harás para ti y para tu hijo. Porque el Señor, Dios de Israel, dijo: “No se acabará la harina ni el aceite, hasta el día que el Señor envíe la lluvia a la tierra.”
La mujer entró en la casa, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, la mujer y su hijo. La harina no se acabó, ni se terminó el aceite, como había dicho el Señor por boca del profeta Elías.
Palabra de Dios.

R.-Te alabamos Señor.

SALMO RESPONSORIAL 145, 7. 8-9ª. 10.

R.-Alaba, alma mía, al Señor.

El Señor es fiel eternamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los que tienen hambre.
El Señor da libertad a los presos.

R.-Alaba, alma mía, al Señor.

El Señor abre los ojos del ciego,
el Señor hace oír a los sordos,
el Señor ama a los justos,
el Señor cuida a los peregrinos.

R.-Alaba, alma mía, al Señor.



El Señor cuida al huérfano y a la viuda
y equivoca el camino de los malos.
El Señor gobierna eternamente,
tu Dios, por los siglos de los siglos.

R.-Alaba, alma mía, al Señor.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos. (9, 24-28)

Cristo no entró en un santuario hecho por los hombres, entró en el cielo, para ponerse junto a Dios, pidiendo por nosotros.
Cristo, no se ofrece muchas veces, como hacía el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre de otros; si Cristo hubiese obrado así, tendría que haber sufrido muchas veces, desde el principio del mundo. Cristo, se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para quitar el pecado con su propio sacrificio.
El destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.
Igualmente, Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.
La segunda vez se aparecerá a los que esperan, para salvarlos.
Palabra de Dios.

R.-Te alabamos Señor.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.  (12, 41-44)

En aquel tiempo, Jesús estaba sentado enfrente del arca de las ofrendas, miraba a la gente que ponían dinero; los ricos ponían mucho dinero; vino una viuda pobre y puso dos reales.
Jesús, llamando a sus discípulos, les dijo: “Esa pobre viuda ha puesto más dinero en el arca de las ofrendas que las otras personas. Porque los otros han puesto del dinero que les sobra, pero esta mujer, que es muy pobre, ha puesto todo el dinero que necesitaba para vivir.”
Palabra del Señor.

R.-Gloria a ti, Señor Jesús.