¿Qué quiere Dios de mí?


Que reconozca mi error y crea en su Misericordia; que empiece una y mil veces de nuevo. Porque lo más importante no es caer sino levantarse y seguir hacia adelante.
Santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta.
¿Y si lo que hago está dando sus frutos y no los veo?, ¿qué quiere Dios de mí?
Que no me preocupe por ello, ya que los frutos se verán al tiempo de la cosecha.
Cuando el labrador siembra el trigo no se pregunta si el grano está sufriendo en su proceso transformador, más bien está atento a cada etapa del crecimiento, para aportar aquello que esté faltando.
¿Qué quiere Dios de mí? Que no me preocupe por la cizaña que está en el sembrado.
¿Que quiere Dios de mí?
Que sepa alabarle, y amarlo; que no le olvide separado en el Sagrario, que lo comparta con todos aquellos que conozco o no; que manifieste con mi vida de lo bueno y maravilloso que Él es conmigo, de cómo me protege, me consiente, me instruye, me guía... y de cómo reclama mi amor, su Amor.
¿Que quiere Dios de mí?
Que sea su hijo.
Que tenga fe.
Que no pierda la esperanza.
Que tenga confianza en Él.
Que lo soporte todo con paciencia, templanza y fortaleza.
Que tenga misericordia.
Que lo ofrezca todo por su Amor.
Que luche por ideales, y valores que parecen olvidados.
Que sea un reflejo suyo, en la vida... en mi vida, de todos los días.
Y que lo lleve a los demás.