PONERLO EN MANOS DE JESÚS


Jesús dijo a sus discípulos: “Dadles vosotros de comer”. ¿Cómo iban a hacerlo? Ni doscientos dólares de pan alcanzarían para que a cada uno le tocara un pedacito... Un muchacho de la multitud ofrece a Andrés, el hermano de Simón Pedro, todo lo que traía en su bolsa: cinco panes y dos peces. Pero eso, ¿qué era para tantos? ¡Una cantidad muy pequeña! ¡No era nada!Pero fíjate bien, lector amigo, que es aquí cuando interviene Jesús y comienza a realizarse el maravilloso milagro de la multiplicación de los panes que todos conocemos... ¿Qué fue lo que pasó? Dos cosas, aparentemente bien sencillas, pero asombrosas y decisivas: primera, que el muchacho ofreciera toda su comida, que no era poco; y segunda, que la pusiera en manos de Jesús. Y ya sabemos qué pasó a continuación: comieron cinco mil hombres con cinco panes –sin contar mujeres y niños, nos dice el evangelista, y llenaron doce cestas con los pedazos que sobraron.¿Cómo era posible? ¡Eran sólo cinco panes y dos peces! ¡Era una insignificancia, claro! Es completamente clara la diferencia tan grande entre los pocos panes y peces que se tienen a disposición y la cantidad tan grande que logra nuestro Señor. Sí. Pero para realizar el milagro fueron necesarios esos cinco panes y esos dos peces. Sin ellos tal vez no habría sucedido nada. Y el Señor quiere contar con eso para realizar sus milagros.
¡Aquí está la primera parte del secreto del éxito!: Darle a Jesús TODO lo que somos y tenemos. No importa que no sea casi nada, o prácticamente nada. Lo importante es dárselo porque Él quiere contar con esa nada para hacer sus obras. Y la segunda parte del secreto es ponerlo en SUS MANOS. Y Él se encarga de todo lo demás.Que ésta sea, pues, la enseñanza de hoy: Sé generoso y magnánimo con Dios y con los demás: da de ti mismo, no seas egoísta ni tacaño. Da de tus bienes materiales y espirituales, comparte tu tiempo y tus cosas con los demás; pero, sobre todo, dónate a ti mismo a tu prójimo: ¡no importa que sólo tengas cinco panes y dos peces! Pon todos tus proyectos, tus inquietudes, tus preocupaciones, tus miedos, tus deseos, tus sueños, tu familia, tus relaciones, tu “todo” EN MANOS DE DIOS, pues sabemos que “¡todo depende de en manos de quién está el asunto!”.