III DOMINGO DE PASCUA

Esta es la homilía del día 25 de abril de 2009.


Resumen de la homilía:

En el Credo decimos: “Al Tercer días resucito de entre los muertos.”
La resurrección de Jesús es el fundamento de nuestra fe católica.
El Señor resucitó y está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
En mi interior hay una paz, una alegría, un gozo que me da la fe en el Señor resucitado.
Los discípulos de Emaús decían: “Sentíamos arder nuestro corazón cuando Él nos hablaba.”
Es el corazón el que siente a Dios, no la razón.
El apóstol Pedro contaba que Jesús se le había aparecido. Algunos tenían sus dudas…
Jesús se presenta y les dice:”Paz a vosotros”, y les enseñó las manos y los pies agujereados.
Ellos se asustan y piensan que es un fantasma. Jesús les dijo: “No teman, soy yo.”
Jesús les ilumina y abre el entendimiento para que comprendan y sean sus testigos.
La fe es un sentimiento interior, que nos da seguridad y confianza en Jesús resucitado.
El amor compartido es el mejor testimonio de que Jesús está con nosotros.
Y el gozo que da saber que si pecamos y nos arrepentimos el Señor siempre nos perdona.

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Estas son las lecturas del día 25 de abril de 2009.


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (3, 13-15. 17-19)

En aquellos días, Pedro dijo a la gente: “El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que ustedes entregaron y rechazaron ante el gobernador romano Pilato, cuando había pensado darle libertad.
Rechazaron al santo, al justo, y pidieron la libertad de un asesino; mataron al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos.
Hermanos, yo sé que lo hicieron por ignorancia, y vuestras autoridades igual; pero Dios cumplió de esa forma lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que sufrir.
Por eso, tienen que arrepentirse y convertirse, para que se perdonen vuestros pecados.”
Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 4

R. Aleluya.

Dios mío, escúchame cuando te llamo,
tú que siempre me ayudaste,
ten lástima de mí y escucha mi oración.


R. Aleluya.

Hay muchos que dicen:
“¿Quién nos dará la felicidad
si la luz de tu rostro se separó de nosotros?”


R. Aleluya.

En paz me acuesto y pronto me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.

R.
Aleluya.



SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 1-5)

Hijos míos, les escribo esta carta para que no cometan pecados. Pero, si alguna persona peca, tenemos a Jesús que nos defiende ante el Padre.
Jesús murió por nuestros pecados y por los pecados de todo el mundo.
En esto sabemos que conocemos a Jesús en que obedecemos los mandamientos. La persona que dice: “Yo lo conozco”, y no obedece sus mandamientos, es un mentiroso, y no dice la verdad.
Pero el que obedece su palabra, en verdad el amor de Dios ha llegado a él. Así conocemos que estamos con Dios.
Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan ( 24, 35-48)

En aquel tiempo, los discípulos contaban que iban caminando y se les apareció Jesús, pero conocieron que era Jesús cuando partió el pan.
Estaban hablando de estas cosas y Jesús se apareció y les dijo: “Paz a vosotros.”
Los discípulos estaban asustados y con miedo, porque pensaban que era un fantasma.
Jesús les dijo: No tengan miedo. Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona.
Jesús les enseñó las manos y los pies, y como los discípulos todavía no creían que era Jesús por la alegría que tenían, les dijo: “¿tienen algo para comer?”
Ellos le ofrecieron un pedazo de pescado asado. Jesús lo cogió y comió delante de ellos.
Y les dijo: “Esto es lo que yo les decía cuando estaba con ustedes: que todo lo que estaba escrito en la ley de Moisés y en los profetas de mi muerte y resurrección tenía que suceder.”
Entonces les iluminó para que comprendiesen las Escrituras, donde está escrito: “el Mesías padecerá y morirá, y al tercer día resucitará, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, empezando por Jerusalén. Ustedes son testigos de esto.”

Palabra del Señor.

R. Gloria a ti Señor Jesús.

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Jesús está con nosotros


El último capítulo del “Evangelio de la misericordia” nos narra un acontecimiento que se ha repetido en prosa y en cantos, que ha inspirado a las obras de arte más conocidas, que ha suscitado conversiones e inspirado a los cristianos en el camino a la santidad.
Comienza con dos discípulos desilucionados, que están abandonando la causa por la cual, tres años antes, habían dejado todo. Pero ahora, después de tres días de esperar al Maestro en el que habían creído, se habían convencido de su tontería, y partían para tratar de reconstruir las vidas que habían dejado atrás. En un fin de semana se les había escapado el único ideal que había llenado sus corazones jóvenes.

En su camino se les aparece Cristo, pero aunque lo veían, algo les impedía reconocerle. Aquí nos tenemos que preguntar, ¿por qué? ¿Por qué no reconocen su rostro después de haberlo seguido por tres años? ¿Por qué no reconocen su voz después de haber dejado todo el día que escucharon su llamada? ¿Por qué no reconocen sus palabras después de haberlo oído predicar?

Tal vez es porque, como ellos mismos admiten, Él ha desilusionado las esperanzas que tenían, de que Él fuera el libertador de la nación de Israel. El obstáculo no es que no tengan a Jesús al lado, caminando con ellos, es que ellos esperan ver a alguien diferente. Así nunca verán a Jesús, por más claro que se les aparezca. ¡La esperanza que ellos habían tenido, pequeña y a su medida, no les deja aceptar la gloria y el gozo de la resurrección!

Pero Jesús no los deja alejarse. Ganárselos para siempre. Hace que quiere seguir adelante para que lo inviten a cenar. Y ahí, en la intimidad de un pequeño cuarto, se les revela al entregarse en la Eucaristía. Llenos de alegría, corren hasta Jerusalén bajo la luz de las estrellas. ¡Ha resucitado, y vive con ellos para siempre! Se dejaron conquistar por la esperanza que les ofrece Jesús, y en la Eucaristía lo llevan consigo para siempre.

II DOMINGO DE PASCUA

Esta es la homilía del día 19 de abril de 2009.


Resumen de la homilía:

Las primeras comunidades cristianas anuncian a Jesús resucitado.
Para esos cristianos la Resurrección de Jesús es un hecho real, sin ninguna duda.
Jesús no resucita igual que Lázaro, la hija de Jairo o el hijo de la viuda de Naín.
Esas personas volvieron a la misma vida de antes, y con el tiempo murieron otra vez.
Jesús no resucita a la vida de la tierra, resucita a la vida de Dios, con un cuerpo glorioso.
La muerte de Jesús es un hecho histórico, con personajes como Pilatos, Herodes y otros.
Los discípulos vivían con miedo, y aparece Jesús y les dice: “La paz esté con vosotros.”
Los discípulos vieron a Jesús y comieron y bebieron con Él después de resucitar.
Tomás no tuvo fe en las palabras, el testimonio de sus compañeros, necesitó tocar.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección de Jesús con mucho valor y amor.
Nosotros tenemos fe en el testimonio de sus discípulos, no necesitamos tocar.
Por eso Jesús nos dice: “Más felices ustedes porque han creído y no han visto.”
La fe en la presencia de Jesús da paz y alegría en los momentos difíciles de la vida.
“Reciban el Espíritu Santo. A los que perdonen los pecados, les serán perdonados.”

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Estas son las lecturas del día 19 de abril de 2009.


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 32-35)

En el grupo de los cristianos todos pensaban y sentían lo mismo; compartían todas las cosas y nadie llamaba suyas las propiedades que tenía.
Los apóstoles, muy valientes, daban testimonio de la resurrección de Jesús.
Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno sufría necesidad, porque las personas que tenían campos o casas las vendían, y entregaban el dinero a los apóstoles; después se entregaba a las personas según lo que necesitaba cada uno.
Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 117

R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.


R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

La mano del Señor es poderosa,
la mano del Señor fuerte.
Yo no moriré, viviré
para contar las obras del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte
.

R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

La piedra que abandonaron los arquitectos
es ahora la piedra principal.
Es el Señor quien lo hizo,
ha sido un gran milagro.
En este día obró el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.

R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.



SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (5, 1-6)

Queridos hermanos: Toda persona que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al Padre ama también a todos los hijos del Padre.
Cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos estamos seguros de que amamos a los hijos de Dios. Porque cumplir los mandamientos es amar a Dios; y sus mandamientos no son difíciles, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.
Lo que ha vencido al mundo es nuestra fe. El que vence al mundo es el que cree que Jesús es Hijo de Dios. Este es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan ( 20, 19-31)

El primer día de la semana, los apóstoles estaban en una casa, las puertas cerradas, porque tenían miedo a los judíos. Jesús entró en la casa y dijo: “Paz a vosotros.”
Jesús les enseñó las manos y el costado y los discípulos, al ver a Jesús, se alegraron mucho.
Jesús dijo otra vez: “Paz a vosotros. Igual que mi Padre me envió, yo también les envío a vosotros.” Después Jesús sopló sobre sus discípulos y dijo: “Recibid el Espíritu Santo, a las personas que les perdonéis los pecados ya están perdonados, a los que no les perdonéis no estarán perdonados.”
Cuando Jesús vino, un discípulo llamado Tomás no estaba en la casa. Después, cuando vino Tomás, los otros discípulos le dijeron: “Ya hemos visto al Señor Jesús.” Tomás dijo: “Yo necesito poner el dedo en el agujero de las manos y del costado, para creer.”
Ocho días después, Jesús se le apareció otra vez a sus discípulos, y Tomás estaba allí. Jesús dijo: “Paz a vosotros.” Después dijo a Tomás: “Mete tu dedo en mis manos y en mi costado; y no dudes, cree.”
Tomás dijo: “¡Señor mío y Dios mío!”
Jesús le dijo: “Tomás, tú crees porque me ves. Más felices las personas que crean en mí sin verme.”
Muchos más milagros hizo Jesús delante de sus discípulos, que no están escritos en este libro. Estos milagros se escribieron para que vosotros creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo en Jesús, puedan tener la vida eterna del cielo.

Palabra del Señor.

R. Gloria a ti Señor Jesús.

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LA PAZ DE CRISTO: La paz que Jesús vino a traer tiene ciertas cualidades


a) Excluye el miedo. Jesús dice: "No temáis". No excluye el "Temor de Dios" tan alabado en la Sagrada Escritura y que nos mantiene lejos de todo lo que pueda disgustar a nuestro Padre Celestial, pero si excluye los terrores, y miedos injustificados a las creaturas.

b) Exige una gran fraternidad. Los Hechos de los Apóstoles insisten en que los cristianos después de la resurrección de Jesús "pensaban y sentían todos lo mismo; nadie llamaba propio nada de lo que tenía y ninguno pasaba necesidades pues los que tenían bienes los vendían y se repartían entre los necesitados". Donde hay fraternidad, necesariamente habrá paz

c) Exige calma. Para tener paz con los demás hay que tener paz consigo mismo. Si no tenemos paz con nosotros mismos romperemos muy fácilmente la paz con los demás, que es demasiado frágil. Si internamente estamos intranquilizados por una pasión, por ejemplo: envidia, cólera, lujuria, ira, avaricia, etc., nos agriamos hacia los otros y chocamos con ellos, y la frágil paz queda hecha pedazos

Que hermoso que de nosotros se pudiera decir lo que los Hechos de los Apóstoles afirman de la primera comunidad cristiana: "Los creyentes vivían todos unidos"

Pidamos a Cristo que nos dijo "La paz sea con vosotros", Mi paz os dejo, mi paz os doy..." "Señor, la paz que nos dejaste se rompió en nuestras manos. Aquí te traemos los pedazos para que la reconstruyas". Y el Señor al ver nuestros esfuerzos por tener de nuevo la paz, nos regalará un verdadero amor fraterno y hará el milagro de la paz, una paz más hermosa que la de antes. Porque El, cuando hace favores los hace bien hechos

La paz hay que rehacerla cada día, dijo el Papa. Y si cada uno pone un granito de arena para reconstruirla en su familia con su bondad, en su barrio con su buen ejemplo y en el mundo entero con su oración, Dios la hará resucitar

En este día sí que debiéramos recitar con verdadera unción aquella fervorosa plegaria: "Cordero de Dios que quitas el pecado... Dános la paz, y responder con toda el alma en esa bella oración que trae la carta de San Pablo que el sacerdote nos dice al empezar la Santa Misa: "La gracia y la paz de Dios Nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, estén con todos vosotros" (1 Cor. 1).

DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Esta es la homilía del día 12 de abril de 2009.


Resumen de la homilía:

El Jueves Santo Jesús nos invita a compartir su Palabra y su Pan de Vida..
El viernes Santo tristeza y asombro, al ver el gran amor y Misericordia del Hijo de Dios.
En este domingo, vemos que a base de nuestra fe cristiana es creer en Jesús resucitado.
S. Pablo nos dice: “Si Jesús no ha resucitado, nuestra fe no vale para nada”
S. Pedro da testimonio: “Nosotros hemos comido y bebido con Jesús después de resucitar.”
Nuestro testimonio de la resurrección de Jesús es vivir el amor al servicio de los demás.
Imitar la vida de Jesús, que “pasó haciendo el bien y curando enfermedades.”
El bautismo nos hace hijos de Dios, hermanos de Jesús, y debemos imitar su vida de amor.
Nosotros no vivimos de un recuerdo. Cristo resucitado está vivo en medio de la comunidad.
Él nos comunica su vida por la Palabra, la Oración, Sacramentos y servicio a los pobres.
Jesús nos prometió: “El que cree en mí, no morirá para siempre, Yo lo resucitaré.
Debemos imitar a Jesús haciendo el bien, para ser resucitados a la vida del cielo.Nuestra meta debe ser el cielo, donde estaremos con Cristo resucitado en cuerpos gloriosos.

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Estas son las lecturas del día 12 de abril de 2009.


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10, 34a 37-43)

En aquellos días, Pedro dijo a la gente: “Vosotros sabéis lo que pasó en el país de los judíos, cuando Juan Bautista predicaba el bautismo, y vino Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los enfermos, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que Jesús hizo en Jerusalén y otros lugares de Israel. Lo mataron clavándolo en una cruz. Pero Dios lo resucitó al tercer día y se manifestó a nosotros, a los testigos que él había elegido, a los que comimos y bebimos con él después de su resurrección.Jesús nos mandó predicar a todas las personas, dando prueba de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es el mismo: que las personas que creen en Jesús resucitado, reciben el perdón de los pecados.
Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 117

R. Este es el día en que obró el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia

R. Este es el día en que obró el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

La mano del Señor es poderosa,
la mano del Señor es importante.
Yo no moriré, vivir
é
para contar las hazañas del Señor.

R. Este es el día en que obró el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

La piedra que despreciaron los arquitectos
ahora es la piedra principal.
Es el Señor quien lo hizo,
ha sido un gran milagro

R. Este es el día en que obró el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses ( 3, 1-4)

Hermanos: Vosotros que ya resucitasteis con Cristo, debéis buscar las cosas del cielo. Donde está Cristo, a la derecha de Dios; desear las cosas del cielo, no las de la tierra.Porque ya estáis muertos al pecado y vuestra vida está unida a Cristo con Dios. Cuando Cristo aparezca, entonces vosotros también apareceréis, junto con Cristo, en la gloria.
Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan ( 20, 1-9)

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando todavía estaba oscuro, y vio la piedra que era muy grande, quitada de la entrada del sepulcro. Entonces María Magdalena fue corriendo a buscar al apóstol Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús, y les dice: “Han robado el cuerpo del Señor y no sabemos donde lo han puesto.”
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos corrían juntos; pero el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó y vio que las vendas estaban en el suelo, pero no entró.
Llegó Pedro y entró en el sepulcro y vio las vendas en el suelo, y el paño que le habían puesto en la cabeza de Jesús no estaba con las vendas, estaba doblado y puesto aparte.
Entonces también entró el otro discípulo que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó.Todavía no habían entendido la Escritura, que decía que Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

R. Gloria a ti Señor Jesús.

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El Señor ha resucitado ¡ALELUYA!


La iglesia nos anuncia hoy con triunfal alegría: Jesús ha resucitado y no volverá ya a morir. Lo que es posible una vez, es posible siempre, y así esta medicina vale para todos nosotros. Todos nosotros podemos hacernos cristianos con Cristo e inmortales. ¿Pero cómo? Esto debería ser nuestra pregunta. Para encontrar la respuesta, debemos sobre todo preguntar: ¿cómo es que resucitó? Pero, sobre eso, se nos da una simple información que se nos confía a todos: Jesús resucitó porque era no sólo un hombre, sino también Hijo de Dios. Pero era también un hombre real y lo fue por nosotros. Y así sigue, la próxima pregunta: ¿cómo aparece este «ser-hombre» que une con Dios y que debe ser el camino para todos nosotros? Y parece claro que Jesús vive toda su vida en contacto con Dios. La Biblia nos informa de sus noches pasadas en oración. Siempre queda claro esto: él se dirige al Padre. Las palabras del Crucificado no se nos cuentan en los cuatro evangelios de igual forma, pero todos están de acuerdo en afirmar que Jesús murió orando.
Todo su destino se halla establecido en Dios y se traduce así en la vida humana. Y siendo así las cosas, él respira la atmósfera de Dios: el amor. Y por ello es inmortal y se halla por encima de la muerte. Y ya tenemos las primeras aplicaciones a nosotros: nuestro pensar, sentir, hablar, el unir nuestra acción con la idea de Dios, el buscar la realidad de su amor, éste es el camino para entrar en la inmortalidad, en la Resurrección.
Pero queda todavía otra pregunta. Jesús no era inmortal en el sentido en el que los hombres deseaban serlo desde tiempos antiguos, cuando buscaban la hierba contra la muerte. Él murió. Su inmortalidad tiene la forma de la resurrección de la muerte, que tuvo lugar primero. ¿Qué es lo que debe significar esto? El amor es siempre un hecho de muerte: en el matrimonio, en la familia, en la vida común de cada día. Morir a uno mismo por amor los demás.
Pero, al mismo tiempo, advertimos que sólo esa muerte que está en el amor hace fructificar; el egoísmo, quiere de evitar esa muerte, ese egoísmo empobrece y vacía a los hombres. Solamente el grano de trigo que muere produce fruto.

Domingo de Ramos

Esta es la homilía del día 4 de abril de 2009.



Resumen de la homilía:

La Pasión de Jesús es una expresión del amor de Dios.
La razón de la Pasión de Jesús es la salvación de toda la humanidad.
La Misericordia y el Amor de Dios son infinitos.
Perdona siempre, pero hay que arrepentirse y querer ser perdonados.
Pero respeta la libertad de respuesta de cada uno.
Pedro se arrepintió y lloró. El buen ladrón pidió ayuda a Jesús.
Judas también traicionó al Señor, pero no pidió perdón y se ahorcó.
Para muchas personas siempre es Viernes Santo.
Cada uno tiene que llevar su cruz para seguir al Señor.
Enfermos incurables. Presos que no consiguen la libertad.
Emigrantes venidos de lejos y sin familia ni trabajo.
Matrimonios que se rompen y niños abandonados en las calles.
Jesús les llama a todos para darles la paz y la salvación.

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Estas son las lecturas del día 4 de abril de 2009.


PRIMERA LECTURA


Lectura del profeta Isaías (50, 4-7)

Mi Señor me ha dado el poder hablar como un discípulo. Y ha puesto en mi boca las palabras para ayudar al que está aburrido.
Cada mañana Él despierta mi mente y lo escucho como lo hacen los discípulos.
El Señor me abrió el oído; y yo no lo rechacé ni me eché atrás: ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que me tiraban de la barba; no me tapé el rostro ante los insultos y escupitajos. El Señor me ayuda, por eso no sentía las ofensas; por eso puse mi cara dura como una piedra, sabiendo que yo no quedaré frustrado.
Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 21
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Cuando me vieron, se burlaban de mí,
hacen muecas y mueven la cabeza:
“Acudió al Señor, que lo salve;
que lo libre, si tanto lo ama”


R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Me rodean como perros feroces,
me cerca un grupo de malas personas;
me agujerean mis manos y mis pies,
puedo contar mis huesos.

R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Se reparten mi ropa,
sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
ven corriendo a ayudarme.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Contaré tu fama a mis hermanos,
en la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
descendientes de Jacob, glorificadlo;
temerle, hijos de Israel.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses ( 2, 6-11)

Cristo, auque era Dios, no presumió de su categoría de Dios; al contrario, abandonó su categoría y se hizo como un servidor, se hizo igual a los hombres. Y así, obrando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta la muerte y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó por encima de todo y le dio el “Nombre que está sobre todo nombre”, para que al nombre de Jesús se doble torda rodilla en el cielo, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua anuncie que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan ( 12, 12-16)

En aquel tiempo, la multitud que había ido a la fiesta, al oír que Jesús llegaba a Jerusalén, salió a recibirlo con ramos de palma, gritando: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el que es rey de Israel!”
Pero Jesús encontró un burrito y se montó en él, como estaba escrito:
“No temas, ciudad de Sión, mira a tu rey que viene montado en un burrito.”
Sus discípulos al principio no comprendieron esto, pero, cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que habían hecho con Jesús lo que estaba escrito.

Palabra del Señor.

R. Gloria a ti Señor Jesús.

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¡Bendito el que viene en nombre del Señor!


Venid y salgamos al encuentro de Cristo, que se encamina por su propia voluntad hacia su venerable pasión, para llevar a término el misterio de nuestra salvación.
Viene, voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a nosotros, bajó del cielo para llevarnos con él, como dice la Escritura,
.Él viene, pero no como quien toma posesión de su gloria, sino que será manso y humilde, con apariencia insignificante, aunque le ha sido preparada una entrada con alabanzas.
Vayamos con el que se dirige a la pasión, e imitemos a los que salían a su encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo, tapices, mantos y ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras propias personas, con un espíritu humillado al máximo, con una mente y un propósito sinceros, para que podamos así recibir a la Palabra que viene a nosotros
Alegrémonos, por tanto, de que se nos haya mostrado con tanta mansedumbre aquel que es manso y que vino y convivió con nosotros, para elevarnos hasta sí mismo, haciéndose de nuestra familia.

Así, pues, en vez de unas túnicas o unos ramos, en vez de unas ramas de palmas, que pronto pierden su verdor, pongámonos nosotros mismos bajo los pies de Cristo, revestidos de su gracia, mejor aún, de toda su persona, porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo; extendámonos tendidos a sus pies, a manera de túnicas.
Nosotros, que antes estábamos manchados por la suciedad de nuestros pecados, pero que después nos hemos vuelto blancos como la nieve con el baño del bautismo, ofrezcamos al vencedor de la muerte no ya ramas de palmera, sino el premio de su victoria, que somos nosotros mismos.
Aclamémoslo también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos, y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel.